Artículo publicado en Novemagazine
Resulta paradójico pensar que los niños y adolescentes de los 80 son hoy los adultos que han convertido el remake de Cazafantasmas en la película peor valorada por el público, antes de su estreno. Su tráiler es el vídeo con más dislikes de la historia de Youtube, y el motivo no es otro que el supuesto sacrilegio que ha cometido Paul Feig (director), al cambiar el sexo de sus protagonistas. Chirría, como cuando una puerta cerrada se abre sin motivo aparente, sin fuerza natural que la empuje. Porque roza lo paranormal (para aquellos que ingenuamente pensamos que el mundo es cada vez más tolerante), que millones de personas se lancen a prejuzgar y sentenciar una obra sin haberla visto. Imagino que aquellos espectadores “cruelmente traicionados” por la libertad creativa y el paso del tiempo no han tenido en cuenta algo: hace 30 años, probablemente, miraban las películas de otra manera: quizá más limpia, quizá más receptiva.
Quiero pensar que la actitud censora por parte de los nostálgicos en una red social como Youtube que aglutina tantos jóvenes no afecta a la capacidad de sorpresa que estos tienen. Porque Cazafantasmas es una buena película, vista desde la presunción de inocencia. Es posible reírse, disfrutar y apreciar los guiños a su predecesora; y desde el punto de vista objetivo tiene los ingredientes necesarios que hacen funcionar un producto de entretenimiento destinado al gran público.
La historia que viven sus protagonistas lanza un mensaje muy valioso a una generación (considerada) perdida. Pues las cuatro chicas protagonistas tienen que superar una serie de obstáculos hasta ver realizado su proyecto. Casi nadie apuesta por ellas (como ocurrió casualmente con esta película), y en ese camino tortuoso entre la fe y lo empírico, Erin, Abby, Jillian y Patty fracasan, insisten y fracasan otra vez. Incluso, cuando comienzan a levantar cabeza, habrá quien intente desprestigiarlas. En este caso, el método para combatir las malas lenguas no tiene nada que ver con disparadores de protones (porque fantasmas los hay también vivos), sino que saldrán airosas gracias a la confianza en sí mismas y la pasión por su trabajo. “Parece que algunas personas sí saben lo que hicimos”, dirá una de sus protagonistas al final. Y da la sensación de que no es desagradable, sino necesario y preferible escuchar el sonido de las viejas puertas al abrirse. Que chirríen las bisagras, en vez de permanecer inmóviles.
Muy buena reflexión, la cual también comparto aunque le tenía poca fe antes de leer lo buena que le ha resultado a muchos.
Queda agendada.
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Gracias, Paula. Yo también tenía bajas expectativas (después de todo acabé contagiándome de tantas opiniones detractoras), pero me pareció divertida y considero que dentro del género de entretenimiento es una buena película. Espero que la disfrutes!
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