Igualdad de géneros

Premios Goya 2018: En una ceremonia que aboga por la igualdad de sexos queda claro que la igualdad de género cinematográfico es inviable. El mensaje que trasluce del reparto de premios es el siguiente: mujer, claro que sí, cuando digáis; cine de autor, nunca. Como ejemplo: los realizadores de Handia (Jon Garaño, Aitor Arregi y José Mari Goneaga en esencia) recolectan diez Goyas el año en que deciden realizar una película de época con efectos especiales (muy plausibles, por cierto). En 2014, con Loreak, una película infinitamente más sensible y compleja a nivel discursivo, solo obtuvieron dos nominaciones. Porque hay que pasar por el aro. Hay que dejarse manosear por la industria. Pero ese tipo de abuso, ¿a quién le importa?

En 2017 Raúl Arévalo ganó Mejor dirección novel y Mejor película por Tarde para la ira (compitiendo con Bayona y Almodóvar). Esta edición, sin embargo, Carla Simón no ha tenido esa suerte, a pesar del reconocimiento internacional de Verano 1993. Porque el mérito en este país no es ser hombre. El reconocimiento viene dado si se cumplen unas pautas. El mérito pasa por la capacidad de hacer taquilla y hacer las cosas con visión de negocio. Aunque la ópera prima de Arévalo me parece magnífica, también hay otras películas que lo son y jamás serán reconocidas. Directores relegados por hacer cine diferente, como Isaki Lacuesta, Jonás Trueba o Albert Serra. Lo verdaderamente reivindicativo hubiera sido premiar a Simón con el Goya a la Mejor película. Porque representa dos cosas: la mujer con talento que además arriesga haciendo ese tipo de cine por el que tantos hombres no obtienen el reconocimiento de la Academia.

Pero juguemos a la hipocresía dictada por Hollywood, en la que este año la tendencia es “mujeres” (el año pasado fueron los negros, pero de eso aquí no tenemos).

Como ser humano me siento abrumada por este tipo de feminismo de moda que acaba cayendo en el paternalismo. No estoy a favor del 50% cuando las cifras no son representativas. La realidad es que no hay suficientes mujeres como para competir con hombres en igualdad. El problema es de base. La realidad es que hay menos mujeres que se dedican a esto. Y quizá haya que atender al por qué de la cifra, si queremos que la cifra sea igualitaria. De nada sirve manipular el resultado si al final no salen las cuentas. Si de diez personas ocho son hombres y dos son mujeres, no hay garantías de que estas dos sean talentosas. No quiero la pena para nosotras, ni la desconfianza, ni la sospecha. No quiero la paridad en número y mirar a mis compañeras pensando: ¿soy una cifra de relleno o de verdad valgo? Si se premia a Isabel Coixet en una gala de temática feminista huele a Goya de consolación, independientemente de la calidad de su obra.

Sinceramente, no sé qué es lo mejor. Necesito a pararme a pensar del mismo modo que creo necesario detenerse a reflexionar sobre este tipo de feminismo oportunista, sesgado y superficial. Porque sí, hay que visibilizar, demostrar que las mujeres también somos capaces de obtener éxito. Pero, ¿de qué modo?

Foto:

https://www.ecartelera.com/fotos/galeria/ganadores-goya-2018/goya-2018-carla-simon-mejor-direccion-novel 

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