«La Reconquista», estrategias de usar y tirar

A pesar de que ellos tengan la sensación de ser “siempre principiantes”, lo cierto es que para llegar a esa conclusión han tenido que andar y volver al inicio muchas veces, hasta ser conscientes de ese eterno retorno.

Pido el poder y la palabra

“Por imperativo, abstención” suena ridículo, penoso, y busca la comprensión (dificilísima) por parte de quienes han soportado situaciones imperiosas durante los últimos años.

“Tarde para la ira”, al acecho del momento preciso

Algo tienen en común Raúl Arévalo —director de Tarde para la ira, por si aún no lo saben—, y José, el protagonista. Ambos han tardado ocho años en llevar a cabo su proyecto, y quizá por este motivo, por la larga espera, los dos conocen el valor de cada segundo.

“O los tres o ninguno”, un ejercicio contra la xenofobia

El director interpreta el papel de quien en realidad fue su padre, un abogado que luchó contra la dictadura del Shad y se escondió del fundamentalismo islámico de Jomeini, hasta que de forma clandestina escapó del país con su mujer.

‘Café Society’, amor chapado en oro

Vonnie y Bobby caerán en un estado de aceptación melancólica: conseguir lo que se desea suele ser complicado, pero en ocasiones, fantasear con ello compensa una vida llena de resignación. La pureza de los sentimientos y su perdurabilidad en el tiempo, ya son otro cantar.

Gaviotas

Las gaviotas son unas hijas de puta. Las observo porque no me gustan, antes me daban igual, pero ahora opino que son crueles, territoriales y peligrosas. Palomas y gaviotas deambulan por la arena en busca de algo de comida, o simplemente pasan un rato de ocio, quién sabe.

‘Tres recuerdos de mi juventud’, los caprichos de la memoria

Acontecimientos inesperados que pondrán a Paul frente a sus recuerdos, y ya de paso, también al espectador. Cada uno de los relatos estará marcado por diferentes emociones: el miedo, el peligro, la pérdida, el desengaño, la rabia y, por supuesto, la pasión. No necesariamente del primer amor, pero sí quizá del más intenso: el de Esther.

‘Buscando a Dory’: peces revueltos en una lavadora

La gracia de Dory, su don para hacer reír desde la ingenuidad y su pequeño problema de memoria a corto plazo, llega a ser exasperante dada la explotación desmesurada del recurso. Parece que sus guionistas se han contagiado del “mal de Dory”, y diez páginas después no recuerdan qué habían escrito en la secuencia anterior.